El primer tren de Puerto Rico o Ferrocarril
El Antiguo Tren de Puerto Rico
La estación del ferrocarril de Puerto Rico fue inaugurada en el 1913. Como remedo o influencia europea, se construyó utilizando el estuco, el edificio terminal en San Juan. La fachada frontal presentaba una elaborada ornamentación en la cornisa de la entrada. Contenía una gran arcada metálica con cristales, que daban acceso al vestíbulo principal, plantas altas administrativas y una esbelta torre que hacía de ángulo a la planta de forma de "L". La protección de los andenes era de líneas sobrias, lo mismo que los pabellones administrativos de dos plantas. El elemento preponderante del conjunto arquitectónico era su torre con reloj, la cual se remataba con un techado de tipo Manzard de influencia francesa de los luises. al cesar operaciones en 1946 el edificio fue utilizado como oficinas para una compañía de camiones.
Comenzó a gestarse el tren o ferrocarril para Puerto Rico, cuando en sendos decretos del gobierno colonial español en 1865 y 1867 disponían la creación del Servicio de Obras Públicas de Puerto Rico. Uno de los objetivos de la nueva institución era estudiar la viabilidad de un ferrocarril que fomentase la economia insular y permitiese mejorar el control político del territorio, facilitando el desplazamiento de tropas. No obstante, estos objetivos no se concretaron hasta 1874, cuando una disposición del Ministerio de Ultramar ordenó la instrucción de un expediente para analizar la conveniencia de una línea férrea que circunvalase la isla por la costa, uniendo las seis cabeceras departamentales de Puerto Rico.
Un proyecto elaborado por el ingeniero Mr. Webb determinaba la división de la línea en cuatro tramos para facilitar su construcción: SanJuan-Arecibo, Arecibo-Ponce, Ponce-Yabucoa y Yabucoa-San Juan. La vía tendría una extensión de 568 kms. y un coste aproximado de6.312.000 pesos fuertes, un 35% de los cuales se destinarían a pagar las expropiaciones de terreno y la construcción de obras de ingeniería (túneles, puentes y estaciones). El coste medio rondada los 37.000 pesos fuertes/km. Concluidos los estudios preliminares, un decreto del 17 de Diciembre de 1886 ordenaba sacar a subasta la construcción de los cuatro tramos y la de un primer ramal. Amén de los privilegios que establecía la legislación para los ferrocarriles españoles, la concesión estipulaba las características técnicas definitivas de la línea, entregaba una garantía del 8% sobre el capital invertido en la construcción, especificando que el coste medio no sobrepasaría los 18.500 pesos fuertes/km. y dejando fuera de garantía todo lo que excediese dicha cifra.
El ancho de vía fijado para esta red era de un metro. El Estado extendería además todas las ventajas que con arreglo a la ley de 1877 habían disfrutado los ferrocarriles de la Península Ibérica. Se consignaba que la longitud de la red se calculaba en 546 kilómetros.
Llevada a cabo la subasta, fue adjudicada la concesión en 1888 como mejor postor a Don Ibo Bosch, quien la cedió a la Compañía de los Ferrocarriles de Puerto Rico, quien contrató la construcción con la Societé d'Entreprises et des Constructions des Colonies Espagnoles, compañía francesa a cuyo frente se encontraba el distinguido ingeniero Mr. Lebrun, muy conocido en España desde la época en que se construyó la línea del ferrocarril de Ciudad Real á Badajoz. Esta Sociedad se comprometió a ejecutar las obras con las condiciones debidas, dejando terminada la construcción en seis años. Los ingenieros puertorriqueños Tulio Larrinaga y Antonio Ruiz Quiñones estuvieron a cargo del comienzo de la construcción.
Llevada a cabo la subasta, fue adjudicada la concesión en 1888 como mejor postor a Don Ibo Bosch, quien la cedió a la Compañía de los Ferrocarriles de Puerto Rico, quien contrató la construcción con la Societé d'Entreprises et des Constructions des Colonies Espagnoles, compañía francesa a cuyo frente se encontraba el distinguido ingeniero Mr. Lebrun, muy conocido en España desde la época en que se construyó la línea del ferrocarril de Ciudad Real á Badajoz. Esta Sociedad se comprometió a ejecutar las obras con las condiciones debidas, dejando terminada la construcción en seis años. Los ingenieros puertorriqueños Tulio Larrinaga y Antonio Ruiz Quiñones estuvieron a cargo del comienzo de la construcción.
No obstante, la CFPR estaba corta de fondos, por lo cual decidieron tender los tramos que más demanda del servicio tuvieran y así poder generar el suficiente capital para proseguir con la obra. El día 8 de marzo de 1891 se inauguró la primera sección, ya terminada, entre San Juan (Martín Peña) y Manatí de 73 kilómetros, y desde el día 10 del propio mes se explota provisionalmente. Un año después se extendió a Carolina y desde Manatí a Arecibo y Camuy. En 1898 operaba en los siguientes tramos: San Juan a Carolina, San Juan a Camuy, Aguadilla a Hormigueros y Yauco a Ponce. Una corporación de Nueva York, la American Railroad Company, se hizo cargo de las operaciones en 1902. Para 1904 una parte incluyó Hormigueros y Yauco, lo mismo que de Camuy a Aguadilla. Por mucho tiempo, la única vía (con cambios en las estaciones) corría desde San Juan a Camuy y desde Aguadilla a Ponce. Los planes de la CFPR no rindieron los frutos esperados debido a la fuerte competencia de un excelente servicio de navíos a vapor, que transportaban pasajeros y carga alrededor del perímetro de la isla.
Durante ese período el correo entre Camuy y Aguadilla se repartía a caballo o en coche tirado por caballos. En la primera década del siglo 20 se construyó un túnel y el resto de la sección entre Camuy y Aguadilla. El Túnel de Guajataca (Isabela) de cien pies de distancia era el pequeño trayecto de los novios románticos. Este túnel, de incalculable valor por su difícil construcción a través de una montaña, todavía es un monumento nacional de atractivo turístico que se mantiene en buenas condiciones; y Puerto Rico pudo alardear de un ferrocarril que iba de San Juan a Ponce pasando por Mayagüez.
El primer ferrocarril abierto al tráfico en la isla no fue el tramo San Juan-Arecibo del Fc. de Puerto Rico, sino la línea Bayamón-Cataño (Línea Férrea del Oeste). La concesión la obtuvo en 1881 Ramón Valdés, y aunque las fuentes consultadas contienen poca información sobre este ferrocarril, su escasa extensión permite tomar esta fecha como referencia del año de inauguración. La razón de ser de la línea fue sacar al mar la producción azucarera de Bayamón y conectar la capital con este importante núcleo económico y poblacional, lo que justifica la concesión que en 1808 le hizo el Consejo Ejecutivo de Puerto Rico para explotar una línea de ferries en la Bahía de San Juan. Desconocemos si hubo cambios en la propiedad, pero en 1925 la administración de la línea estaba en manos de la Bull Insular Line Co. Aunque tampoco se ha podido determinar la fecha en que fue cerrada al tráfico, en 1937 se tiene la última referencia estadística sobre la misma.
Documental sobre el tren en Puerto Rico
Sobre la historia del tren de Puerto Rico con imagenes sobre ello.Ademas de una posible pelicula sobre el tren y su historia.En Puerto Rico ojala les interese y miren estos videos que son sobre ello.
Sobre la desaparicion del tren de Puerto Rico
La máquina patinaba....
La desaparición del tren de Puerto Rico en el 1957 dejó profundos y emotivos recuerdos sentimentales entres las generaciones de aquella época. Para el 1953 dejó de funcionar como tren de pasajeros, pero continuó dando servicio para cargas comerciales solamente. Quedan en pie algunas estructuras como recuerdo de un valioso tesoro que hoy constituyen solo una pequeña parte, en su mayoría abandonadas. Al desaparecer esfuman un patrimonio que es de nuestra historia. La mayoría de estas estructuras y vías férreas datan de los años 1891, fecha en que fue construido oficialmente el tramo entre San Juan y Manatí. Un año después se extendió a Carolina y desde Manatí a Arecibo y Camuy. Para 1904 una parte incluyó Hormigueros y Yauco, lo mismo que de Camuy a Aguadilla; en 1907 se inauguró de San Juan a Ponce.
Así, que las tradicionales máquinas o locomotoras convertidas su fuerza motriz de vapor a carbón y a diesel, manifestaron su imponencia por el Valle de Lajas. Pero, nunca pudieron probar la velocidad de la única máquina de gran capacidad que existía, porque el sistema de vías de Puerto Rico eran inadecuadas para desarrollar su potencia. En Puerto Rico hay valiosos monumentos históricos que son conservados, pero las estaciones del tren no son parte de ese programa. Muchas han desaparecido y otras están a punto de desaparecer por el deterioro que está a cargo de enterrar los gratos recuerdos y la historia del famoso medio de transportación.
Los pasajeros agitaban sus manos diciendo adiós a los cortadores y obreros de la caña quienes fueron parte de la ruta atravesando cañaverales del humeante ferrocarril. Hormigueros-donde existe otra estructura abandonada- fue una de estas paradas donde llegaron trenes con viajes especiales de los pocos casos en Puerto Rico cargados de fieles para disfrutar las famosas "Fiestas de la Monserrate".
En Mayagüez la ruta entraba por sus famosas calles de comercio y como testigos de los pasados y tumultuosos tiempos aún están las vías, que entonces se congestionaban de carretas de bueyes, calesas, jinetes y sus caballos, y más tarde de automóviles. Son pocos los automovilistas de esta generación que conocen todo lo que sucedió, por lo que valdría la pena visitar el área por diversión y conocer su historia.
La cuesta de Aguadilla fue el terror de los maquinistas y con mucha razón, pues hubo varios descarrilamientos. La experiencia ayudó a los maquinistas a mantener a salvo a sus pasajeros.
En la ruta del pueblo de Isabela los vendedores ambulantes se buscaban su limitado sustento durante su acostumbrada parada. El Túnel de Guajataca (Isabela) de cien pies de distancia era el pequeño trayecto de los novios románticos. Este túnel, de incalculable valor por su difícil construcción a través de una montaña, todavía es un monumento nacional de atractivo turístico que se mantiene en buenas condiciones.
Borinqueneando,
El Nene
La desaparición del tren de Puerto Rico en el 1957 dejó profundos y emotivos recuerdos sentimentales entres las generaciones de aquella época. Para el 1953 dejó de funcionar como tren de pasajeros, pero continuó dando servicio para cargas comerciales solamente. Quedan en pie algunas estructuras como recuerdo de un valioso tesoro que hoy constituyen solo una pequeña parte, en su mayoría abandonadas. Al desaparecer esfuman un patrimonio que es de nuestra historia. La mayoría de estas estructuras y vías férreas datan de los años 1891, fecha en que fue construido oficialmente el tramo entre San Juan y Manatí. Un año después se extendió a Carolina y desde Manatí a Arecibo y Camuy. Para 1904 una parte incluyó Hormigueros y Yauco, lo mismo que de Camuy a Aguadilla; en 1907 se inauguró de San Juan a Ponce.
Así, que las tradicionales máquinas o locomotoras convertidas su fuerza motriz de vapor a carbón y a diesel, manifestaron su imponencia por el Valle de Lajas. Pero, nunca pudieron probar la velocidad de la única máquina de gran capacidad que existía, porque el sistema de vías de Puerto Rico eran inadecuadas para desarrollar su potencia. En Puerto Rico hay valiosos monumentos históricos que son conservados, pero las estaciones del tren no son parte de ese programa. Muchas han desaparecido y otras están a punto de desaparecer por el deterioro que está a cargo de enterrar los gratos recuerdos y la historia del famoso medio de transportación.
Los pasajeros agitaban sus manos diciendo adiós a los cortadores y obreros de la caña quienes fueron parte de la ruta atravesando cañaverales del humeante ferrocarril. Hormigueros-donde existe otra estructura abandonada- fue una de estas paradas donde llegaron trenes con viajes especiales de los pocos casos en Puerto Rico cargados de fieles para disfrutar las famosas "Fiestas de la Monserrate".
En Mayagüez la ruta entraba por sus famosas calles de comercio y como testigos de los pasados y tumultuosos tiempos aún están las vías, que entonces se congestionaban de carretas de bueyes, calesas, jinetes y sus caballos, y más tarde de automóviles. Son pocos los automovilistas de esta generación que conocen todo lo que sucedió, por lo que valdría la pena visitar el área por diversión y conocer su historia.
La cuesta de Aguadilla fue el terror de los maquinistas y con mucha razón, pues hubo varios descarrilamientos. La experiencia ayudó a los maquinistas a mantener a salvo a sus pasajeros.
En la ruta del pueblo de Isabela los vendedores ambulantes se buscaban su limitado sustento durante su acostumbrada parada. El Túnel de Guajataca (Isabela) de cien pies de distancia era el pequeño trayecto de los novios románticos. Este túnel, de incalculable valor por su difícil construcción a través de una montaña, todavía es un monumento nacional de atractivo turístico que se mantiene en buenas condiciones.
Borinqueneando,
El Nene
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